La casa de Bernarda Alba, en el Teatro María Guerrero de Madrid
TEATRO
CulturArte Digital
![](https://assets.zyrosite.com/cdn-cgi/image/format=auto,w=598,h=309,fit=crop/dJoe8MoQ1XIk1x7Q/casa-bernarda-alba-YbNyyk0QzgcWWvDe.jpg)
![](https://assets.zyrosite.com/cdn-cgi/image/format=auto,w=328,h=165,fit=crop/dJoe8MoQ1XIk1x7Q/casa-bernarda-alba-YbNyyk0QzgcWWvDe.jpg)
La casa de Bernarda Alba arranca con una muerte y termina con otra. La muerte del padre abre el reinado despótico de Bernarda, que produce al final la muerte de su hija más joven, símbolo de vida, libertad y sexualidad. Bernarda es la encarnación de un sistema de normas sociales. Es su brazo ejecutor y también su víctima.
La humanidad de Bernarda está en el deber cumplido de proteger a sus hijas de la ruina que pueden producir los impulsos sexuales en el contexto social que habitan. El miedo a caer en el ostracismo la lleva a aplicar de manera paranoide las mismas restricciones que cayeron sobre ella desde su infancia. Bernarda también fue una Adela. Es una Adela muerta en vida. Es una mujer con una herida tan grande que sólo ha podido encontrar la salvación tomando el relevo de sus agresores. Bernarda y su casa son la metáfora de una sociedad aterrorizada.
La casa de Bernarda Alba podría contarse desde la postura de Bernarda como la historia de una mujer que quería lo mejor para sus hijas. Una madre pragmática, realista, que conocía el mundo en el que vivía y que no dudó en usar toda su energía para frenar los impulsos anárquicos del instinto sexual. Una mujer consciente de la dureza de las normas sociales y del juicio dogmático de sus vecinos.
Desde la postura de Adela, La casa de Bernarda Alba podría contarse como una pesadilla en la que una madre paranoide, deshumanizada, y sin empatía encierra a sus hijas para guardar un luto absurdo de ocho años que puede acabar con la vida de todas.
Esta obra puede verse hasta el 31 de marzo en el Teatro María Guerrero (Centro Dramático Nacional), en Madrid.
EQUIPO
Texto
Federico García Lorca
Dirección
Reparto
Ester Bellver (María Josefa), Eva Carrera (Amelia), Ana Cerdeiriña (Mujer 2), Ane Gabarain (La Poncia), Claudia Galán (Adela), Belén Landaluce (Magdalena), Patricia López Arnaiz (Angustias), Chupi Llorente (Mujer 1), Lola Manzano (Mujer 3), Inma Nieto (Criada), Celia Parrilla (Mujer 4), Sara Robisco (Martirio), Isabel Rodes (Prudencia/Mendiga), Ana Wagener (Bernarda) y Paula Womez (Muchacha)
Voces actores
Elías González, Javier Lago, Jaime López, Daniel Llull, Carlos Serrano y Jaime Soler
Escenografía
Blanca Añón
Iluminación
Pedro Yagüe
Vestuario
Vanessa Actif
Música
Fernando Velázquez
Sonido
Sandra Vicente y Pilar Calvo
Movimiento
Amaya Galeote
Caracterización
Chema Noci
Ayudante de dirección
Beatriz Jaén
Ayudante de escenografía
Cristina Hermida
Ayudante de iluminación
Eduardo Berja
Ayudante de vestuario
Sandra Espinosa
Ayudante de movimiento
José Luis Sendarrubias
Diseño de cartel
Equipo SOPA
Producción
Centro Dramático Nacional